Por Alin Viveros
La realidad es una secuencia de eventos externos e internos que se captan desde el Yo para crear una percepción, cuya asimilación alimenta el Universo de Significación. Esta asimilación viene del Eje Diacrónico de los potenciales y de su Memoria, por lo que, si un proceso de significación excede la capacidad de asimilación de la consciencia, se genera un Punto de Fricción. Esto significa que, cuando una vivencia viene acompañada de un estímulo que cruza estos perímetros, se encuentra con el límite de la conciencia y esto genera una reacción. Los estímulos pueden ser Internos como los pensamientos, los sueños y la imaginación, o Externos que es todo aquello captado por los sentidos.
El Punto de Fricción tiende a ser interpretado por el Imaginario, reaccionando de forma automática de acuerdo con la Actitud previamente cristalizada en la Huella de Abandono. Por lo que, si la persona no está consiente en ese momento, entra en un estado de Sufrimiento, que es el “Proceso de Subordinación psicológica, por medio del cual se anula la distancia critica entre el Yo que Observa y el Ello que es observado, dando como resultado la anulación temporal del Yo.” (Ruiz, 2017). Esto implica una Confusión de Identidad, en la que el Yo se personifica con el Ello, y por lo tanto, lo que le pasa al Ello le pasa al Yo. En este caso, el Punto de Fricción no está siendo procesado con el Potencial Racional, por lo que el análisis de la Actitud no puede realizarse y el proceso de significación no se asimila. A su vez, se genera la contradicción Interna, Usurpación de Funciones y Robo de energía, que desembocan en una Emoción Negativa y en el Sufrimiento.
Lo que se busca en Semiología de la Vida Cotidiana es la interpretación del Punto de Fricción desde el Comportamiento Consciente Constante, que implica una constante presencia del Yo Observante para poder procesarlo desde el Potencial Racional. Ya que, desde este potencial se direcciona el Foco Atencional, el cual es el timón de la conciencia y tiene la capacidad de cambiar la Actitud con la que se está viendo el Punto de Fricción y de esta forma disolverlo. Es muy importante recalcar que el Punto de Fricción no es el que genera el sufrimiento, lo que genera el sufrimiento es la Actitud ante el Punto de Fricción.
Referencias
Ruiz, A. (2017). Sesión 8. Conocimiento de uno mismo, lámina 07.
Por Alin Viveros
La Huella de Abandono se refiere a una conciencia escindida, con un vacío interno, generado por la falta de amor incondicional (los siete valores), el cual no recibimos en el eje diacrónico. Esto, genera conductas de apego y lleva a acciones de compulsión con temas como el sexo, poder, dinero, fama y cualquier otra acción dentro de la gama de las sensaciones, como el enamoramiento.
La conciencia escindida es la fragmentación de la conciencia y genera un vacío interno que está sustentado por dos emociones prototípicas; la angustia existencial y el desamparo. La angustia existencial es un conflicto de identidad en el que los cuestionamientos son no saber quién soy y qué quiero. El desamparo es una pérdida del sentido de pertenencia y proviene de la falta de integración con el principio de realidad de la persona. Ambas emociones generan apego para llenar la Huella de Abandono con una compulsión a un proceso, objeto, persona, etc. Es una subordinación emocional de la persona ante el Ello fuera de sí.
La Huella de Abandono, se comienza a formar desde el vientre materno, en la vida intrauterina, con las diversas formas de comunicación de la Madre y Padre (ambiente externo) al feto. Esto impacta directamente en su fuerza primordial y en su confianza ontológica y ambos factores aumentan o disminuyen la adaptabilidad del feto al medio después de nacer. Esto es de vital trascendencia, ya que, el origen de la Huella de Abandono es en el desprendimiento del primigenio, o sea, con el nacimiento. Este cambio dimensional del principio del placer dentro del vientre al principio de realidad, le da inicio al proceso de individuación del Ser.
Esta es la primera crisis evolutiva que se vive y viene acompañada del destete del pecho materno y del decantamiento con la etapa del “no” como una última separación de la madre. Esto implica que la Huella se configura en profundidad de los 0 a los 3 años y continúa creciendo hasta llegar al 80% de su formación entre los 3 y los 7 años.
Para concluir, es importante conocer el contexto y la formación de la Huella de Abandono, ya que genera un conjunto de condicionamientos que no permiten una percepción real del Ser. Esto genera una falsa concepción, la cuál conocemos como el Imaginario, y es necesario desmantelarlo para llegar a la plenitud del Ser.
Por Alin Viveros
Para poder cambiar la percepción de nuestro principio de realidad, es necesario conocer que la susceptibilidad y el rasgo dominante se relacionan con la huella de abandono a través de los miedos y del Autoconcepto escindido. Ambos se formaron como parte de un sistema cerrado creado por el Imaginario para cubrir las carencias percibidas durante el proceso de individuación del Ser.
Siendo así, la susceptibilidad es el sistema de alarma que se acciona cuando un estímulo pega en el punto más vulnerable de la Huella de Abandono, que es el miedo central. A pesar de que el Imaginario genera una Zona de Miedos de diversos tipos, todos son una forma de percibir el rechazo o el fracaso y ambos recaen en el miedo a la insignificancia. Por lo que la susceptibilidad reacciona ante la percepción de no ser el Autoconcepto preestablecido.
Esto lo percibimos en la vida cotidiana como una separación y proviene del origen de la misma Huella de Abandono, del desprendimiento primigenio y la separación del principio del placer. Ante esta separación, el Imaginario genera un Autoconcepto escindido debido a que se percibe a la persona en carencia, por lo que, la forma en la que busca complementarse es con un factor de integración, que es el rasgo dominante.
Entonces, el rasgo dominante “es el rasgo más repetitivo y constante de todos los rasgos de defensa que integran la Falsa Personalidad” (Ruiz, 2018). Esto quiere decir que, de todos los rasgos generados, uno de ellos es una reacción patológica, que somete a la persona al mismo para complementar su conciencia escindida. De esta forma está autoafirmando su Autoconcepto y busca controlar la situación con el rasgo dominante para así, eliminar la inseguridad proveniente del miedo, asegurar la integración de su conciencia y auto complementarse. Es importante recalcar que el estímulo, ante el que reacciona el rasgo dominante, es la introyección del mismo como una emisión de un juicio de valor, o una preferencia preestablecida carente de objetividad.
Con esto, concluimos que la Huella de Abandono proyecta carencias específicas que se reflejan en los miedos, los cuales se activan ante una circunstancia análoga y accionan los mecanismos de alerta con la susceptibilidad y de defensa con el rasgo dominante. Siendo así, el rasgo dominante es la reacción directa de defensa ante la susceptibilidad que es el punto más vulnerable de la persona.
Ruiz, A. (2018). Sesión 11. Asignatura Huella de Abandono, lámina 12.
Ofrecemos los cursos de Semiología de la Vida Cotidiana en una versión tallerizada en la que trabajarás cada tema aplicado a tu vida en el momento y con actividades de reflexión para arraigar el conocimiento de tu ser.